{"id":5019,"date":"2025-10-10T00:32:25","date_gmt":"2025-10-10T00:32:25","guid":{"rendered":"https:\/\/noticieroaustral.com\/?p=5019"},"modified":"2025-10-10T00:32:25","modified_gmt":"2025-10-10T00:32:25","slug":"el-espejismo-del-bienestar-en-el-capitalismo-tardio-al-servicio-de-la-verdad","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/noticieroaustral.com\/?p=5019","title":{"rendered":"el espejismo del bienestar en el capitalismo tard\u00edo \u2013 Al servicio de la verdad"},"content":{"rendered":"
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\u201cLa educaci\u00f3n no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo.\u201d Paulo Freire<\/p>\n
Siempre nos dicen que estamos mejor que antes. Que ahora podemos comprar m\u00e1s cosas, que hay m\u00e1s cr\u00e9dito, m\u00e1s oportunidades. Que tener acceso a un mundo de objetos que antes eran inalcanzables es sin\u00f3nimo de seguridad, de progreso, de pertenencia, de movilidad social. Pero \u00bfde verdad lo es? \u00bfDe verdad el televisor m\u00e1s grande, el celular m\u00e1s nuevo, el auto en cuotas, la casa hipotecada por 30 a\u00f1os son pruebas de que hemos avanzado?<\/p>\n
Miro alrededor y no veo seguridad. Veo vidas que caminan al borde del quiebre. Veo sueldos que se hacen nada, tarjetas de cr\u00e9dito que se usan para llegar a fin de mes, comprar medicamentos y comida, deudas que crecen como maleza y que hipotecan no solo el futuro, sino tambi\u00e9n el presente, con el fantasma constante de la incertidumbre disfrazada de lujo. Veo familias que no tienen espaldas, que no cuentan con herencias ni patrimonios que las sostengan, el ahorro es un lujo al que pocos acceden y es fungible pues, a la primera emergencia, solo amortigua un poco el golpe antes de desaparecer. Entonces me pregunto: \u00bfqu\u00e9 clase de bienestar es ese que se derrumba en un abrir y cerrar de ojos?<\/p>\n
El consumo se ha convertido en el gran paliativo al vac\u00edo de nuestro tiempo. Nos hace creer que somos libres porque elegimos entre marcas, porque decidimos qu\u00e9 comprar, qu\u00e9 vestir, qu\u00e9 mostrar. Pero no elegimos nada. La rueda gira siempre en la misma direcci\u00f3n, hacia el beneficio de quienes concentran el capital. Marx lo llamaba \u201cel fetichismo de la mercanc\u00eda<\/i>\u201d, objetos que parecen tener valor por s\u00ed mismos pero que en realidad esconden las relaciones de explotaci\u00f3n que los producen. Y Bauman lo advirti\u00f3 hace a\u00f1os, vivimos en una \u201cmodernidad l\u00edquida<\/i>\u201d donde todo es fr\u00e1gil, donde la abundancia es un espejismo que se disuelve apenas ocurre una crisis. Basta una enfermedad, un despido o un alza en el costo de la vida para que la ilusi\u00f3n se desplome.<\/p>\n
Nos repiten que todo depende del esfuerzo individual. Que si trabajamos duro \u201cvamos a salir adelante\u201d. Que el m\u00e9rito es el \u00fanico camino. Ese discurso se repite y se instala porque necesita creyentes para sostener los tronos de quienes lo profesan. Porque si creemos que todo depende de nosotros y que solo as\u00ed superaremos las carencias, tambi\u00e9n dejamos de mirar hacia arriba, dejamos de ver la injusticia y de exigir cambios estructurales. Richard Sennett lo describi\u00f3 con precisi\u00f3n, el capitalismo flexible exige adaptaci\u00f3n constante, pero al mismo tiempo destruye la lealtad, la seguridad y la comunidad.<\/p>\n
No basta con sobrevivir. Tambi\u00e9n debemos vernos exitosos. Hay que sonre\u00edr en Instagram; hay que mostrar el viaje so\u00f1ado, aunque est\u00e9 financiado a 24 cuotas; hay que aparentar bienestar aunque estemos agotados. No hay satisfacci\u00f3n profunda en ese consumo, solo una c\u00e1scara vac\u00eda de lo que nos inculcaron que \u201cdebe ser\u201d, de lo que nos muestran en la TV y la publicidad y que tan profundamente ha echado ra\u00edces en nosotros. Por ah\u00ed le\u00ed alguna vez, \u201cLa sociedad de consumo moldea nuestros deseos para alinearlos con lo que el sistema necesita. Consumir deja de ser un acto econ\u00f3mico, se transforma en un mecanismo de control pol\u00edtico<\/i>\u201d.<\/p>\n
Y en esa realidad cruel, el juego se vuelve perverso: el individualismo se convierte entonces en lo natural. \u201cS\u00e1lvate t\u00fa\u201d \u201ccuida de los otros lo tuyo\u201d \u201cte lo van a quitar para ayudar a los pobres\u201d (haci\u00e9ndote olvidar que t\u00fa tambi\u00e9n lo eres), la clase media \u201cemergente\u201d es una fantas\u00eda. \u201cSi te esfuerzas, vas a poder.\u201d Pero nadie nos recuerda que no<\/b> todos partimos desde el mismo lugar, que hay quienes nacen con d\u00e9cadas -a veces siglos- de ventaja acumulada, las clases dominantes en Chile siguen siendo las mismas familias de siempre, descendientes de la aristocracia colonial que, generaci\u00f3n tras generaci\u00f3n, acumularon tierras, poder, conocimiento y capital. A nosotros, en cambio, nos queda trabajar sin descanso para conservar lo poco que \u201ctenemos\u201d. No hay redes que nos sostengan si caemos. No hay herencias, no hay apellidos rimbombantes. Todo es fr\u00e1gil, todo pende de un hilo.<\/p>\n
Mientras creemos que elegimos, en realidad seguimos el guion que otros escribieron. Uno que nos quiere endeudados, entretenidos, adormecidos. Porque la ignorancia -esa \u201cbendita ignorancia\u201d de la que tanto se habla- no es casual, es el efecto buscado de un sistema que necesita que no pensemos demasiado. Que no cuestionemos. Que no tengamos tiempo para preguntarnos por qu\u00e9 trabajamos 45 horas semanales y apenas podemos pagar el arriendo. Por qu\u00e9 la mitad de los jubilados vive en el miedo del futuro y sobrevive con pensiones que no alcanzan. Por qu\u00e9 tenemos que agradecer un bono mientras unos pocos acumulan fortunas inimaginables.<\/p>\n
Nos ense\u00f1an desde peque\u00f1os a buscar satisfacci\u00f3n inmediata y a desconfiar de la profunda. A preferir el \u201cme gusta\u201d en una red social a la lectura de un libro que nos cambie la forma de pensar. A valorar m\u00e1s un tel\u00e9fono nuevo que una conversaci\u00f3n inc\u00f3moda sobre pol\u00edtica. Y as\u00ed, la educaci\u00f3n -esa que deber\u00eda liberarnos- se transforma en otro engranaje del sistema. Pierre Bourdieu hablaba de \u201creproducci\u00f3n social<\/i>\u201d, la escuela no rompe las desigualdades, las perpet\u00faa. Nos ense\u00f1a a obedecer, a no cuestionar, a responder sin pensar demasiado. Se castiga la rebeld\u00eda, el cuestionamiento, y el pensamiento cr\u00edtico se tacha de amargura, pesimismo o resentimiento. Se nos forma para servir, no para transformar. Paulo Freire lo expres\u00f3 con claridad, \u201cLa educaci\u00f3n no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo.<\/i>\u201d Pero en un sistema donde pensar es peligroso, el pensamiento se limita a lo funcional, a lo productivo.<\/p>\n
Eduardo Galeano dec\u00eda que \u201cla educaci\u00f3n bancaria llena de palabras que no dicen nada, de informaci\u00f3n que no explica nada\u201d. Y ten\u00eda raz\u00f3n. En Chile no se educa para pensar, se educa para producir. Para ser piezas reemplazables en una maquinaria que necesita manos d\u00f3ciles y mentes distra\u00eddas.<\/p>\n
El mito de la movilidad social atraviesa como una espada nuestro sistema educativo, estudiamos con cr\u00e9dito y nos titulamos endeudados, empezamos a trabajar y tenemos que elegir entre si comer o vivir solos, empieza la constante, la satisfacci\u00f3n superficial para soportar horas de trabajo que nos dejan sin libertad\u2026 \u00bfQu\u00e9 fuerza tienen las madres y los padres para hablar de pol\u00edtica o reflexionar con su hijo? Llegan cansados, agobiados, vac\u00edos y frustrados al hogar que tienen, sabiendo que, al terminar una vuelta, viene otra igual, quiebran la monoton\u00eda con decisiones suntuarias que, en s\u00ed, no est\u00e1n mal (pero si lo est\u00e1n cuando sirven para adormecernos), vuelven a la rutina m\u00e1s cansados, so\u00f1ando con lo que no tienen para vivir adormecidos en una mera expectativa.<\/p>\n
As\u00ed se naturaliza la precariedad, pues teniendo hoy mucho m\u00e1s acceso al conocimiento, las nuevas generaciones est\u00e1n m\u00e1s absortas en lo mundano, lo instant\u00e1neo, lo f\u00fatil e intrascendente. En lo personal, me crie en un hogar donde se hablaba de pol\u00edtica, donde se me ense\u00f1\u00f3 desde peque\u00f1a a tener un pensamiento cr\u00edtico activo, una incomodidad que carcomiera mi interior cuando fuera testigo de una injusticia y que me obligara a accionar. Esa crianza, cada d\u00eda m\u00e1s escasa, porque la conversaci\u00f3n se diluye entre emojis y reels, los padres asustados de perder, sin saberlo, se vuelven cada d\u00eda m\u00e1s aut\u00f3matas, no observan a sus hijos, no hablan con ellos, solo les dan lo que ellos antes carecieron, reemplazando con una pantalla la soledad de estos tiempos, quit\u00e1ndoles aquello en que s\u00ed \u00e9ramos ricos y no lo sab\u00edamos: cobijo, familia, pensamiento, opini\u00f3n, cr\u00edtica social, conciencia de clase. Porque crecer en un hogar como el m\u00edo s\u00ed fue un privilegio, uno diferente, uno que no se cuenta en pesos o d\u00f3lares. Crecer admirando a un padre consecuente y luchador, para m\u00ed fue un lujo.<\/p>\n
A esto se suma otro frente silencioso: la cultura. Lo que alguna vez fue herramienta de resistencia, hoy se disuelve en mero entretenimiento y ha sido tambi\u00e9n despojada de su potencia transformadora. El arte, la m\u00fasica, el cine, la literatura, que alguna vez fueron herramientas de conciencia y resistencia, hoy se reducen muchas veces a simples mercanc\u00edas. La m\u00fasica, que levant\u00f3 pueblos, hoy rara vez incomoda; las canciones ya no denuncian, acompa\u00f1an el scroll infinito. El arte que cuestionaba ahora decora paredes. El mercado lo absorbi\u00f3 todo: el ritmo que antes marchaba en las calles ahora vende zapatillas. Y con ello nos arrebata uno de los veh\u00edculos m\u00e1s potentes de conciencia y transformaci\u00f3n. Lo que deb\u00eda provocar reflexi\u00f3n ahora distrae. Y esa es tambi\u00e9n una forma de control: una cultura vaciada de contenido pol\u00edtico es una cultura que ya no cuestiona, que ya no incomoda, que ya no moviliza. En palabras de Gramsci, \u201cla hegemon\u00eda no se impone solo con la fuerza, sino con el consentimiento\u201d<\/i>. Y ese consentimiento se construye tambi\u00e9n desde la industria cultural, moldeando deseos, adormeciendo conciencias, disfrazando el entretenimiento de libertad.<\/p>\n
Tal vez la verdadera revoluci\u00f3n sea volver a pensar. Volver a organizarse. Volver a mirar m\u00e1s all\u00e1 del consumo y de la deuda. Recuperar la conciencia de clase. Reconocer que el m\u00e9rito individual no basta cuando el punto de partida no es el mismo para todos. El mito de la movilidad social no es m\u00e1s que eso, un mito. Y sin embargo, seguimos corriendo. Seguimos hipotecando nuestras vidas para sostener la ilusi\u00f3n de que \u201cvamos por buen camino\u201d.<\/p>\n
Cuando Allende exclam\u00f3 tan l\u00facido y calmo, en su \u00faltimo discurso, \u201cLa historia es nuestra y la hacen los pueblos<\/i>\u201d. M\u00e1s que una declaraci\u00f3n, estaba entregando un mandato \u00e9tico, una responsabilidad colectiva. Porque para hacer la historia hay que entenderla, y para entenderla hay que aprender a mirar m\u00e1s all\u00e1 del discurso oficial.<\/p>\n
Debemos construir activamente nuestra historia, conocerla, narrarla con nuestras propias voces y a transformarla con nuestras propias manos. Allende nos interpela a no ser espectadores, sino protagonistas, a no resignarnos al rol que otros nos asignan, sino a cuestionar el guion y escribirlo de nuevo. Conocer la historia y construirla se vuelve nuestra responsabilidad colectiva. Y hacerla es, ante todo, un deber. No uno f\u00e1cil ni inmediato, pero s\u00ed urgente. Uno que empieza por no olvidar que pensar, cuestionar, rebelarse y construir juntos no es un lujo: es la \u00fanica manera de ser verdaderamente libres.<\/p>\n
Porque si renunciamos a pensar, ellos ganan. Y si pensamos juntos, podemos cambiarlo todo. Tal vez el primer paso para hacerlo sea recuperar la capacidad de imaginar un futuro distinto, m\u00e1s digno, m\u00e1s justo, m\u00e1s humano. Ese es nuestro deber hist\u00f3rico.<\/p>\n
Por Macarena L\u00f3pez<\/p>\n
Santiago de Chile, 9 de octubre 2025
Cr\u00f3nica Digital<\/p>\n<\/p><\/div>\n\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"
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