En la víspera de la Junta Nacional de la Democracia Cristiana se pronuncie respecto de la opción presidencial que deberá adoptar la colectividad, se conoció un Voto Político que propone que se respalda la postulación de Jeannette Jara, hoy candidata oficial de los ocho partidos que suscribieron el pacto Unión por Chile.
El documento fue suscrito por unas 600 personas, entre ellas connotados dirigentes y militantes de la colectividad de la flecha roja, entre ellos Claudia Pizarro, Juan Morano, Eliana Caraball, Cecilia Valdés, Osvaldo Badenier, Raúl Donckaster, Juan Claudio Reyes, Rodolfo Fortunatti, Patricio Aylwin Fuentealba, Jorge Pinochet Jiménez, Marcel Young Debeuf, Oscar Soto Riveros, Gabriel Pozo, Claudio Salas, Radomiro Rollano, Jorge Consales, Luis Atenas y Patricia Comas, entre muchos otros.
Por su evidente interés, reproducimos el texto completo del Voto Político.
LA OPCIÓN DEMÓCRATA CRISTIANA DE JUSTICIA, LIBERTAD Y SOLIDARIDAD ANTE LAS INCERTIDUMBRES DEL MAÑANA
“Al pueblo, al pueblo señor de Chile, al pueblo padre nuestro, le decimos: en vano construye quien quiera construir sin tu participación. El pueblo hace la historia” (Radomiro Tomic).
El actual escenario político de Chile revela que el espíritu de cambio anhelado y puesto de manifiesto por el pueblo chileno en octubre de 2019, sigue vigente. Las expectativas de más justicia social, más desarrollo y más democracia que se depositaron en las dos experiencias constitucionales de reforma, lejos de haber sido satisfechas, han derivado en un terreno fértil para la disidencia y la búsqueda de nuevas respuestas.
Consecuencia de este tiempo de suma volatilidad, complejidad y ambigüedad, es la emergencia de nuevas fuerzas políticas y sociales, así como la aparición de liderazgos de fuerte arraigo popular surgidos a contrapelo de sus propias militancias. Estos surgen, no solo de una necesidad de representación política, sino como respuesta a las múltiples amenazas que ponen en jaque la seguridad humana, el empleo, los salarios, la previsión, la salud, la educación y la vivienda, en definitiva, las bases del Bien Común. Es la democracia misma que se poner en juego.
Las dos principales respuestas a esta situación han sido protagonizadas por la nueva derecha, que se construye sobre los cimientos de partidos tradicionales nacidos al amparo de la dictadura, y la nueva centroizquierda, representada por el liderazgo de Jeannette Jara, que apuesta por converger en un amplio arco político que, incluyendo a la Democracia Cristiana, exprese las aspiraciones y angustias del pueblo chileno.
Ante estas opciones, nuestro deber es optar por el cauce que mejor desarrolle los postulados de paz, justicia, libertad y solidaridad de la doctrina humanista cristiana. La historia nos recuerda que, en momentos de crisis, la perplejidad, la parálisis o la autodestrucción no son alternativas viables. Como bien dijo Konrad Adenauer: “La política es lucha, es quehacer, es optar”. Y no es la primera vez que nos enfrentamos a alternativas divergentes. Lo hicimos en 1964, cuando la Revolución en Libertad de Eduardo Frei Montalva fue acusada de polarizar en lugar de unir. También lo hicimos en 1970, cuando respaldamos la candidatura de Salvador Allende, en el Congreso Nacional, en un periodo de tensiones y esperanzas encontradas. Hoy, volver a mirar hacia atrás resulta crucial para evitar repetir errores que fracturen la unidad política y social del pueblo.
La Democracia Cristiana, aunque no llevó candidatura, participó activamente, en todo el país, en la elección primaria que proclamó como candidata a Jeannette Jara. Su triunfo nos invita a reflexionar sobre la coalición que ella representa. Su candidatura trasciende las fronteras de su propio partido para erigirse en la voz de un amplio conglomerado de centro-izquierda. Acogemos su llamado a concertar un acuerdo de gobernabilidad, con la construcción de un programa común y a consolidar un pacto parlamentario que permita asegurar una mayoría parlamentaria, que posibilite llevar adelante el programa de gobierno. Sobre la base de estas consideraciones, hacemos un llamado a los democratacristianos y a su Junta Nacional, a adherir a la candidatura de Jeanette Jara, integrándonos a la construcción de la propuesta programática y al acuerdo parlamentario, entre todos quienes adherimos a esta candidatura.
Jeannette Jara ha enfatizado que su propuesta es pluralista y mayoritaria, reflejando la necesidad de estabilidad y gobernabilidad en un contexto político complejo. Por ende, nuestra voluntad de participar en este proceso entraña apertura al diálogo y a la unidad entre todas las fuerzas progresistas, pues no podemos soslayar que en la elección presidencial de noviembre próximo nos enfrentamos a una coyuntura política extraordinaria, con el riesgo cierto de que la extrema derecha pueda gobernar Chile, sumando nuestro país a la ola de gobiernos populistas que se han instituido por todo el mundo, los que, a través de discursos de odio, han generado polarización, división, caos y violencia.
La actual es una oportunidad para continuar sirviendo a Chile y su pueblo desde nuestro espacio en la centroizquierda. Es un llamado a fortalecer lazos con aquellos aliados históricos que compartieron la lucha durante los gobiernos de la Concertación y de la Nueva Mayoría y, cada vez que apoyamos las iniciativas legislativas destinadas a resolver siempre las urgencia de nuestro país. Una solicitud de respaldo al liderazgo de Jeannette Jara y de formar parte de una nueva coalición de gobierno que refleje en su programa la diversidad de propuestas y prioridades del país. Una disposición generosa para unir esfuerzos en torno a una lista parlamentaria unitaria que maximice el rendimiento electoral, asegure un gobierno de mayorías, e impida el obstruccionismo legislativo de la derecha.
Desde su identidad ideológica y doctrinaria, nuestro partido debe jugar un papel protagónico en la preservación y ampliación de los derechos humanos. Debe contribuir al fortalecimiento de la democracia liberal representativa, tal como la hemos concebido en Chile: pluralidad de partidos, libertad de culto y opinión, prensa libre, cooperación entre el Estado y la empresa privada, sindicatos autónomos, vigencia de las organizaciones de pobladores y de la sociedad civil, separación de poderes y subordinación de las fuerzas armadas a la autoridad civil. En un país fragmentado, donde la desconfianza parece reinar, reconstruir la democracia desde las bases comunitarias es un acto revolucionario. La Democracia Cristiana debe abogar por medidas prioritarias de justicia social: un salario mínimo digno, la eliminación de las listas de espera en salud, garantías de seguridad, promoción de la vida comunitaria, el desarrollo regional, las nuevas oportunidades para los jóvenes y el apoyo a iniciativas económicas para microempresarios.
El camino que proponemos representa una garantía para el pueblo de Chile. La inestabilidad institucional, la inseguridad sobre el futuro y la incertidumbre global no deben conducirnos a mayores temores. En cambio, podemos enfrentar pacíficamente y de manera dialogante las insatisfacciones y heridas que brotaron del estallido social. Estamos ante un tránsito hacia un estado de madurez en nuestra sociedad, en el que se vislumbra el bienestar y la realización de nuevas oportunidades para las familias y generaciones futuras de chilenos y chilenas. La política demócrata cristiana debe, en estos tiempos inciertos, luchar con confianza contra la incertidumbre, guiando al país hacia un horizonte luminoso de esperanza y unidad.
Santiago, 26 de julio de 2025.
Crónica Digital.