Lo conocí a mediados de 1987, en una vetusta casona de la calle Almirante Barroso. Pedro Henríquez, en cambio, me dijo que me ubicaba bien, pues aseguró ser un admirador de las luchas de los estudiantes secundarios. Y sentenció que era importante estar en el lugar que la historia imponía, pues cuando pasarán esos tiempos oscuros se multiplicarían los que se atribuirían falsamente protagonismos en las batallas por la democracia. Todo ello lo aseveró sin dramatismos y con una voz que ya me pareció propia de un locutor.
Era Pedro Henríquez, quien poco tiempo después se transformaría en voz de la emblemática Radio Umbral, principal espacio de la resistencia cultural a la dictadura en su última etapa, desde su puesta en marcha en los 80 por la Iglesia Evangélica Metodista.
La casona antes mencionada se emplazaba en Almirante Barroso N° 444, en el centro de Santiago, muy cerca de la Comisión Chilena de Derechos. Allí comenzaba a funcionar en esos días un espacio de encuentro que se llamó “Centro Cultural Nieves Yankovic” en homenaje a aquella destacada actriz y cineasta que había sido una de las fundadoras de la Izquierda Cristiana en 1971.
Han transcurrido 19 años desde que aún desconocidos criminales le arrancaron la vida el lunes 31 de julio de 2006.
El Centro Cultural Nieves Yankovic fue un proyecto concebido por la Izquierda Cristiana para crear un espacio de desarrollo cultural alternativo. Además, se pretendía proporcionar a la Izquierda Cristiana un espacio semiclandestino de funcionamiento. Sin embargo, la idea era que funcionara en sentido estricto como un Centro Cultural y para aquellos efectos se asignó a Pedro la tarea de ser su director, por su previa experiencia en la organización cultural en las poblaciones populares del sector oriente de Santiago. Allí era su lugar de militancia, en el Regional Oriente de la IC.
Luego de un largo período de “marcha blanca”, el Centro Cultural se estrenó en sociedad el viernes 31 de julio de 1987, a las 20:00 horas, con un programa en que se contemplaba la exhibición del documental “Andacollo” de Nieves Yankovic, una presentación del cantautor Flopy, una lectura de poemas de Jorge Montealegre y Sergio González, y saludo del “Comité de Programación” del espacio, que corrió por cuenta del propio Henríquez. Más tarde, por el lugar pasarían destacados artistas tales como Carmen Barros, Payo Grondona y la banda “Compañeros de Viaje” que lideraba Tito Escárate.
Luego del primer intercambio, fuimos compartiendo extensas horas de conversaciones en el Centro Cultural Nieves Yankovic, que la militancia de la IC comenzó a denominar, más simplemente, como “La Nieves”. En esos diálogos nos contó de sus primeros pasos en el compromiso político y social, de cuando en los años de la Unidad Popular integraba las filas del MIR y participó en la toma de un supermercado de Población Jaime Eyzaguirre de Ñuñoa, movilización que emergió de la iniciativa de los pobladores para poner freno al mercado negro y el desabastecimiento, y que, por esos días, tuvo enorme repercusión en la prensa. “Fue una experiencia concreta de poder popular”, sentenciaba.
Mientras era el director del Centro Nieves Yankovic, Pedro pasó a ser locutor de la recién refundada Radio Umbral, 95.3 FM, en la que pronto además tomaría el rol de programador. Con el lema “en el rescate y la defensa de nuestra identidad”, desde el 10 de agosto de 1987 la emisora fue la primera en dar un fuerte impulso a la divulgación de la música popular chilena y latinoamericana, en particular la que sustentaba una orientación crítica al orden establecido, como Sol y Lluvia, Quelentaro, Los Prisioneros, Schwenke y Nilo, Congreso, Santiago del Nuevo Extremo y Eduardo Peralta. Asimismo, los que estaban el destierro, como Illapu, Quilapayún, Inti–Illimani y Patricio Manns. También los argentinos Mercedes Sosa, Ignacio Copani, Víctor Heredia y León Gieco. Por cierto, los cubanos Pablo Milanés y Silvio Rodríguez.
“Radio umbral. En lugar de la desesperanza, surgirá la vida y en el lugar de la violencia, surgirá la justicia. Y será el amor por emblema y señal eterna que nunca se acabara”, eran algunas de las estremecedoras palabras en las transmisiones radiales.
Rápidamente se convirtió en un ícono y la voz de Pedro en un símbolo de esos años aciagos. Mario Lobos contó en una columna publicada en el hoy extinto diario “La Nación” en 1992: “El pueblo hizo de Radio Umbral su preferida y se conocen innumerables casos de oyentes que hicieron innovaciones técnicas ‘a la chilena’ para captar la emisora de la que sus amigos o compañeros de trabajo le hablaban. En las grandes concentraciones realizadas en tiempo de la dictadura, los trabajadores de Umbral eran recibidos como héroes. Y ante las penurias económicas que padecía, se acordó realizar un gran acto de beneficio en el Estadio Nataniel; una hora antes del inicio, el acto fue prohibido y los dos mil 500 asistentes realizaron una marcha de apoyo a la radio que fue violentamente reprimida. Cambiado el escenario, 20 mil santiaguinos, venidos de todos los barrios, repletaron el Estadio Santa Laura en el acto más grandioso realizado jamás por una radio chilena en su historia”.
En efecto, la popularidad de la emisora (y de Pedro) quedó demostrada cuando llenaron ese Estadio con una multitud ansiosa de presenciar a artistas y creadores que levantaban la voz frente a la realidad del Chile de los tiempos del autoritarismo. Fue el 15 de enero de 1988 y uno de los conductores fue, por cierto, Pedro Henríquez. En sus primeras palabras rindió un homenaje, entre otros, a “los cristianos que, por defender los derechos de los humildes, entregaron sus vidas”. La muchedumbre aclamaba a viva voz a la Radio.
Por aquel escenario pasaron Raúl Acevedo, Payo Grondona, Sol y Lluvia, Schwenke & Nilo, Huara, Quelentaro, Mauricio Redolés, Nino García, Pedro Yáñez, y Ximena y Marcela. De la misma forma, María Paz Santibáñez se hizo presente con su piano: era una estudiante de la Universidad de Chile que el año anterior había sido baleada por un policía durante una manifestación en las cercanías del Teatro Municipal de Santiago.
Con el tiempo, Pedro Henríquez salió de la emisora y, en los primeros años de la transición pactada, Umbral dejó de transmitir. En 1989 el Centro Cultural Nieves Yankovic cerró sus puertas. La Izquierda Cristiana, por otra parte, al año siguiente se precipitó en una intensa crisis política. Pedro dejo atrás la militancia partidaria activa, pero nunca abandonaría su compromiso perseverante.
Por casi dos décadas su presencia fue infaltable en los espacios de la cultura popular, desde las más modestas peñas en las poblaciones, o en enormes actos de rescate de la música chilena, realizados en el Teatro Cariola o en el Estadio Santa Laura. También en los actos en defensa de la memoria histórica, por verdad y justicia, en tiempos que la impunidad se enseñoreaba en Chile. Trabajo, además, en las Radios Tierra y Nuevo Mundo.
Nos encontramos en reiteradas ocasiones, en eventos de esa naturaleza o en encuentros concertados para “conversar la vida”. La última vez fue a finales de junio de ese año, en un restaurante ubicado en Alameda con Fanor Velasco. Poco más de un año antes, el diario electrónico “Crónica Digital” había comenzado a funcionar y Pedro dijo estar entusiasmado con el proyecto; señaló que tenía interés en participar de alguna forma, específicamente en el terreno cultural; me contó que tenía la idea de comenzar a estudiar Periodismo. “Quizás habría sido el primer miembro del Consejo Editorial de ‘Crónica Digital’, aparte de los tres fundadores”, comenta Iván Gutiérrez, representante legal del medio informativo.
El 31 de julio de 2006, de regreso de un recital de Quilapayún en el Teatro Caupolicán, fue atacado por civiles no identificados, que le propinaron una feroz golpiza en los baños en el subterráneo de un restaurante en las proximidades de La Moneda. El incidente nunca fue esclarecido ni tampoco identificados los autores materiales. Nunca más pudo recuperar la conciencia y a fines de ese año, el 20 de diciembre, partió de este mundo.
Fue velado en la sede que entonces ocupaba la Izquierda Cristiana, en Compañía con Bulnes, la que para fines partidarios había reemplazado al Centro Nieves Yankovic. Me correspondió acompañar casi en forma ininterrumpida esa despedida. Una enorme cantidad de personas asistió a rendir el postrero homenaje, entre ellos no pocos destacados y populares artistas como Illapu y Sol y Lluvia, entre muchísimos otros, así como representantes del movimiento de derechos humanos. Desde un parlante no pasaban de emitirse emblemáticos temas de artistas populares chilenos y latinoamericanos.
El cantautor Francisco Villa describió entonces a Pedro como “un leal y comprometido amigo y compañero, siempre al servicio de los que luchamos por un mundo mejor, siempre haciendo de su voz un puente entre los que nadamos porfiadamente contra la corriente”.
En las casi dos décadas que han transcurrido, su hijo Gonzalo ha mantenido en alto la tarea de preservar la memoria. Y, como todos estos años, no dejaremos de acompañarlo en ese esfuerzo intransable.
Por Víctor Osorio. El autor es Periodista y fue Ministro de Estado.
Santiago, 3 de agosto 2019.
Crónica Digital.