Según un estudio reciente de DecideChile (by Unholster), más de 1.200 nombres se inscribieron para competir en las elecciones parlamentarias de noviembre. El 28% son debutantes, mientras que tres cuartos de la actual Cámara Baja buscan mantenerse en sus escaños. A la vez, la encuesta CEP de abril de 2025 mostró que solo un 8% de la ciudadanía confía en el Congreso Nacional. Estas cifras reflejan los profundos desafíos democráticos que enfrentamos y la urgencia de recuperar la legitimidad de la política como un instrumento para mejorar la vida de las personas.
En este escenario surge una inquietud que escucho con frecuencia en la región de Atacama: el “turismo electoral”. Se trata de la irrupción de candidatos que aterrizan en territorios donde no tienen arraigo real, solo para buscar un escaño. Es una práctica que alimenta la desconfianza y refuerza la distancia entre representantes y representados.
Quienes creemos en la política como un proyecto colectivo debemos enfrentar este cuestionamiento con claridad. En mi caso, el vínculo con Atacama no es improvisado ni pasajero. Desde mi rol como secretario regional ministerial del Trabajo en el segundo Gobierno de la presidenta Michelle Bachelet, recorrí sus comunas, conocí de cerca la idiosincrasia de su gente y participé en diálogos con trabajadores, dirigentes y comunidades. Esa experiencia me marcó y consolidó mi convicción de que esta región necesita representantes comprometidos de manera permanente, no circunstancial. Esto, sumado a la voluntad de la colectividad en la que milito y que apoya mi candidatura, me llevó a asumir la decisión de presentarme.
Decidir ser candidato a diputado por Atacama es un paso natural en mi trayectoria política y profesional. Como abogado laboralista y servidor público, he dedicado mi vida a la defensa de los derechos de los trabajadores, a mejorar condiciones laborales y a promover el diálogo social. He enfrentado cada una de las responsabilidades que se me han asignado con un trabajo serio y comprometido. Quienes me han acompañado en estos 20 años de trayectoria saben que mi tesón por alcanzar los objetivos marca mi forma de trabajo. La confianza que otros han depositado en mí, hoy espero que la ciudadanía me la otorgue en esta, la primera vez que participo en una elección popular. Estoy convencido de que el trabajo decente es la base de una sociedad más justa y cohesionada. Allí donde impacta positivamente, en hombres y mujeres, jóvenes y personas mayores, chilenos y migrantes, empleadores y trabajadores, se construyen cimientos sólidos para una mejor democracia.
Atacama es un territorio lleno de potencialidades. La minería, el agro, el turismo, la pesca, el comercio, los puertos y la función pública pueden transformarse en motores de desarrollo sustentable si se gestionan con visión de futuro y justicia social. Aunque no nací aquí, la acogida de su gente y los lazos construidos durante años me comprometen profundamente. No se trata de llegar a la región solo para hacer campaña. Se trata de poner mi experiencia y convicción al servicio de las personas que habitan este territorio, para impulsar su desarrollo.
El “turismo electoral” debilita la confianza en la política porque convierte a los territorios en simples plataformas para escalar en el poder. Mi compromiso es distinto: estar presente, trabajar con y para Atacama, y contribuir a un Parlamento que devuelva confianza a la ciudadanía. Esa es la única manera de fortalecer la democracia desde las regiones y no a costa de ellas.
Santiago de Chile, 8 de octubre 2025
Crónica Digital