La última semana de agosto de 1986, era jefe de la estructura central, de lo que la Dirección Nacional del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), había denominado “Dirección del Armamento Estratégico”. Había asumido el cargo después del Paro Nacional del 2 y 3 de julio de 1986, cuando era Jefe Regional del FPMR en la Quinta Región. Raúl Pellegrin me dio entonces la misión de organizar la “logística estratégica” para recibir, almacenar y distribuir el armamento recepcionado desde Carrizal Bajo.
En tal condición en el curso de esa semana Raúl Pellegrin, el Comandante José Miguel, me dio instrucciones de entregar en forma urgente una cantidad de fusiles M–16 y lanzacohetes LOW, los cuales fueron entregados según lo previsto. Por razones de compartimentacion no tenía que saber su destino, solamente supe que Cecilia Magni, Tamara, había recibido ese armamento. Nada más conocí de aquello.
Imagen de Raúl Pellegrin
Pasaron los días y el 5 de septiembre Pellegrin me ordenó que desde aquel momento debía de estar en estado de alerta, situación de lo cual estábamos acostumbrados, en el marco de la clandestinidad, por lo tanto nada me llamo la atención.
Llegó ese domingo 7 de septiembre, cuando arribé a una casa de seguridad, un hogar de una familia comunista, en la actual comuna de Estación Central, en medio de sirenas por todos lados y helicópteros sobrevolando la capital. Al golpear la puerta, me abrió la puerta la compañera dueña de casa. Entre el asombro y la incredibilidad, me agarró del brazo y me entró a su casa. La televisión transmitía los primeros reportes sobre el atentado al dictador. Ella me miró con asombro y me dijo: “¿Será verdad o es un montaje de la dictadura?”. Es en ese momento que me retraigo a los días anteriores, cuando entregamos el armamento y cuando José Miguel me ordenó estar en estado de alerta. Entonces desde la mirada de esos hechos le dije a la compañera dueña de casa, entre seguridad, orgullo y alegría. “Creo que no es un montaje, debe ser verdad, ¿por qué no?”.
Con el pasar de las horas y de los días, no solo infería, sino que fue una realidad. Un grupo de valientes y arrojados jóvenes rodriguistas, encabezados por el Comandante Ernesto, José Valenzuela Levy, habían sido protagonistas de una de las acciones más audaces del FPMR, que podría haber cambiado la historia de este país y que a la larga hoy es parte de la historia de Chile, aunque no les guste a algunos.
Imagen de José Valenzuela Levy
Por ello, una vez más nuestro reconocimiento en este 39 aniversario de esta gesta heroica, el atentado al tirano, a todos los hermanos y hermanas que tuvieron la valentía y el coraje de intentar de hacer justicia, ajusticiando al criminal Augusto Pinochet. Especialmente, nuestro homenaje a los hermanos que ya no están entre nosotros, como son Raúl Pellegrin, Cecilia Magni, José Valenzuela Levy, Julio Guerra Olivares, Mauricio Arenas Bejar y Juan Ordenes Narváez. También a Ramiro, Mauricio Hernández Norambuena, hoy aun en prisión.
En el marco del 52 aniversario del golpe civil y militar de Estado, se hace más necesario este homenaje, cuando la derecha golpista, junto a otros sectores políticos, no sólo pretenden instalar el negacionismo, sino justificar el golpe de Estado y los crímenes más brutales de nuestra historia. Es más, en medio de la actual coyuntura electoral la derecha fascista señala que estaría dispuesta a hacer lo mismo que hicieron. Junto con ello, además, tergiversan la historia, pretendiendo colocar nuestra lucha y acciones patrióticas en el mismo nivel del Terrorismo de Estado del cual fueron cómplices pasivos y activos. Hoy, frente al silencio cómplice y la pérdida de memoria de muchos y muchas desde el ámbito de poder, se pretende invisibilizar esa lucha de combate a la dictadura. Por ello se hace una obligación ética y política rescatar y enaltecer esta tremenda gesta político–militar.
Nuestra lucha y el accionar de nuestros hermanos y hermanas rodriguistas, así como la lucha de otras organizaciones de la izquierda chilena, era y fue una opción patriótica, política y moral, amparadas en nuestro deber de combatir a la dictadura y el terrorismo de Estado. Ello además está fundamentado y legitimado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en la Doctrina Social de la Iglesia Católica: el derecho a rebelarse contra una dictadura. Por ello hoy rescatamos con fuerza y con orgullo nuestra historia, uno de cuyos capítulos fue el intento de tiranicidio.
Por Vasili Carrillo. El autor fue “combatiente internacionalista” en el contexto de la “Tarea Militar” que comenzó a desarrollar la Izquierda chilena hace medio siglo. Fue prisionero político del FPMR, luego del atentado contra Pinochet.
Santiago, 8 de septiembre de 2025.
Crónica Digital.