Por Marcel Garcés Muñoz
Formalmente, este miércoles 10 de septiembre la campaña presidencial chilena, entró en una etapa definitoria, tras el primer debate entre los ocho pretendientes que cumplieron las normas del Registro Electoral, para aspirar a encabezar el país el periodo 1925-1929 desde la Moneda, para encabezar el Poder Ejecutivo, con el título, rango y autoridad de Presidente ( o Presidenta) de la República.
El hecho, parte de un ritual político y social, es sin duda trascendente y tiene un significado y valor histórico democrático y por ello justifica el interés de la ciudadanía, por su significado de examen social a los principios, programas, objetivos y compromisos que asumen los postulantes, las fuerzas que los proclaman como sus abanderados, depositarios de sus demandas, aspiraciones y proyectos de futuro nacional, personales y colectivos.
El acto responsable de votar por tal o cual, Presidente o Diputado o Senador, en noviembre o en la segunda vuelta de diciembre próximos, implica una tremenda responsabilidad personal y ciudadana, por los contenidos de la democracia que queremos, del futuro que imaginamos para nuestros descendientes, nuestros hijos y nietos, nuestros seres queridos, nuestros amores, por los valores de la defensa de la vida, la seguridad social, la salud, el trabajo, los derechos humanos, la institucionalidad democrática.
Es mucho lo que está en juego en este proceso electoral, esta consulta a nuestros conciudadanos, a nuestras propias conciencias, a nuestra historia personal y colectiva.
Los riesgos a la estabilidad, a la paz interna, al respeto por el otro, al diálogo, al concenso, al legitimo derecho a disentir y a defender apasionadamente puntos de vista, proyectos, sueños, no pueden ser objeto de ninguna inquisición, represión criminal, terrorismo de ningún Estado o aparato criminal al servicio de ninguna oligarquía empresarial, política o militar, como en 1973 en Chile, como en cualquier latitud o escenario
El escenario político ( y geopolitico global): Ucrania, el Caribe, Gaza, el escenario del mundo árabe, constituyen una advertencia de un mundo que se acostumbra a la muerte, al genocidio, a la brutalidad del exterminio de un pueblo para sostener la amenaza de la guerra nuclear, al chantaje naval de la ocupación militar de un país soberano, y una intervención militar en Venezuela que reinstale el poder imperial y el dominio de su petróleo, y otras riquezaS sobre el asesinato de sus legítimos gobernantes.
Estamos advertidos.
Entonces, nuestras urgencias políticas electorales locales deben ser analizadas como parte de una situación regi0nal e internacional.
El debate presidencial de este 10 de septiembre no ha cambiado dramáticamente el escenario nacional, ni la correlación de fuerzas políticas o sociales.
Todo está por verse.
Y eso dependerá de la capacidad de convocatoria, de movilización, de la calle, de la pobla, de los jóvenes, de la mujeres y de todos ” los viejos”, que deben ser incorporados a esta batalla para contribuir al triunfo de sus sueños.
Y de todos los nuestros.
Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 12 de septiembre 2025
Crónica Digital