El documental principal, “Transición Injusta” (Chile, 35 min) escrito y dirigido por Ladislao Palma, con Lucas Zañartu como co-guionista, es un viaje inmersivo guiado por un avatar de inteligencia artificial que personifica a la energía, dándole voz para narrar la desigual transición energética en Chile. La obra contrasta las realidades de Huasco, donde las termoeléctricas a carbón siguen activas sin compromisos de cierre, y Tocopilla, donde se concretó el cierre de las seis unidades carboneras que allí operaban pero aún persisten pasivos ambientales sin remediación y altos índices de enfermedades. La cinta, que utiliza valioso material revela una verdad incómoda: la transición energética es una batalla ideológica que define el futuro de las comunidades y del planeta, cuestionando si este proceso se está realizando de manera verdaderamente justa.
“Pese al creciente ingreso de energías renovables y el cierre de 11 centrales termoeléctricas a carbón, la transición energética en Chile continúa reproduciendo afectaciones negativas sobre comunidades y territorios. Las centrales termoeléctricas están cerrando sin implementar acciones de desmantelamiento ni remediación, las energías renovables se están masificando sin ningún tipo de ordenamiento, y las decisiones energéticas se llevan a cabo sin la inclusión de las comunidades locales que sufren directamente estos impactos; lo que limita las posibilidades de avanzar hacia una transición energética verdaderamente justa”, señaló Sara Larrain directora de la Fundación Chile Sustentable.
En el caso de Huasco, operan cinco termoeléctricas a carbón de Guacolda Energía que durante décadas han generado graves impactos en la salud de la población, debido a la emisión de contaminantes como material particulado, dióxido de azufre y metales pesados, asociados a enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer. En lugar de avanzar hacia su cierre, la empresa ha propuesto reconvertir sus unidades mediante la co-combustión de carbón y amoníaco, una tecnología piloto que no elimina el uso de carbón sino que perpetúa su quema. Esta alternativa, incluida por el gobierno en el Plan de Descarbonización, ha sido presentada como una vía de transición, aunque en la práctica constituye una falsa solución: mantiene los contaminantes locales que afectan a la población, incrementa la emisión de óxidos de nitrógeno que dañan la salud respiratoria y eleva el costo de la generación eléctrica por el alto precio del amoníaco. Con ello, lejos de descarbonizar, se asegura la continuidad del carbón en la matriz energética, postergando los compromisos climáticos y la urgencia de proteger la salud pública.
“En esta relación asimétrica que se construye entre capital y estado, finalmente queda una lista de buenos deseos, pero no implica instancias de reparación con la ciudad”, advierte Damir Galaz, académico, investigador y habitante de Huasco.