la fiebre del poder y sus efectos – Al servicio de la verdad

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la fiebre del poder y sus efectos – Al servicio de la verdad

Por Ricardo Candia Cares

Todo sistema político genera sus propios dispositivos de defensa. Una autopoiética que le permite autoproducirse, mantenerse y regenerarse a sí mismo a través de sus propios procesos internos, manteniendo así su identidad y autonomía. Tal como un ser viviente, el neoliberalismo no tiene vocación suicida y hará lo que sea necesario para defenderse de sus enemigos. Uno de estos dispositivos se llama centroizquierda. Otro, Jeannette Jara.

La corrupción sistémica del dispositivo político que le da sustento al Estado y sus instituciones, la que a veces hace pensar en el derrumbe inminente de todo lo existente, es el correspondiente al neoliberalismo.

También la centroizquierda es un invento que hizo el sistema para legitimar la dictadura del capital, el derrumbe de los desarrollos locales, la jibarización de los Estados y la privatización hasta de los goles del domingo.

Los partidos políticos son instrumentos que buscan la mejor manera de defender y reproducir el sistema y cualquier outsider que intente socavar sus bases, será prontamente anulado por las leyes en las cuales siempre hay un elemento contrainsurgente, por mucho que esa ley diga relación con cosas de apariencia inocua. O por gente que se cambia de lado.

Lo que se llamó tramposamente la transición democrática no fue sino la aplicación de un proyecto a largo plazo que se propuso la continuación de lo esencial de la dictadura, ahora por medios de apariencia democrática.

Como vimos, fue cosa de que los primeros presidentes se entronizaran para convencernos de que habíamos caído en la trampa y lo que vendría sería lo mismo, pero con la pátina de legitimidad que ofrece un sistema de apariencia democrática solo porque hay elecciones cada dos años y medio.

El Partido Comunista apostó a instalarse en el nuevo orden sobre la base de dejar clara su profunda convicción democrática.

Y ese gesto hoy le pasa la cuenta.

Han debido cultivar un cuero muy duro los dirigentes comunistas como para haber compartido gobiernos que han contradicho casi todo lo que postula el PC en términos de justicia, democracia, historia e ideas.

Como hemos podido testificar, los gobiernos post Pinochet no han hecho otra cosa que profundizar y perfeccionar el neoliberalismo al extremo de que a esta altura es casi imposible seguir disminuyendo un Estado al borde del fallo sistémico.

Ya casi no hay nada que privatizar. Casi no queda escuela pública y la que hay se debate entre la nada y la cosa ninguna. Y, así como la educación y la salud, cada uno de los derechos sociales se han travestido en pingües negocios para los avivados dueños de todo lo demás.

Y ahora el sistema les está privatizando la candidata al PC.

Asistimos a algo inédito en la historia de este partido. Se debate públicamente el abandono de la colectividad por parte de la candidata que hasta hace poco se lucía porque su militancia la había comenzado a los catorce años. Hoy ya no quiere ser más militante porque le parece mucho más atractivo ser presidenta con la votación no solo de la centroizquierda y su anticomunismo contenido, sino que, incluso, con votación reservada a parte de la derecha.

Y para eso necesita dar muestras evidentes de un distanciamiento no solo con el presidente del PC y sus máximos lideres, sino que, además, con la Revolución Cubana, con lo que cruza un umbral irreversible para muchos comunistas de verdad.

El espectáculo es seguido con incredulidad por quienes conocen a fondo el partido. En los más viejos y fieles militantes cursa una convicción: votarán e incluso trabajarán por Jara, pero no se la perdonarán.

Como se sabe, cuando la urgencia por el poder se mete en las venas es capaz de generar renunciamientos, volteretas, traiciones y piruetas, pero, llegado el tiempo de las derrotas, deja la sensación irreversible de la soledad más profunda.

Lo que queda es transformase en parte del dispositivo de defensa y perfeccionamiento de aquello que, hasta antes de la fiebre del poder, era lo más aborrecible.

Ricardo Candia Cares
El autor es escritor y periodista chileno.

Santiago de Chile, 26 de septiembre 2025
Crónica Digital

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