Por Marcel Garcés Muñoz
Los países de América Latina enfrentan un grave peligro para su soberanía, independencia, su seguridad y libertades democráticas.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenaza con una flota naval del Comando Sur de su Imperio, sus fuerzas de intervención desplegadas en nuestras fronteras terrestres, marítimas, aéreas y hasta cósmicas, no solo a Venezuela, sino que al conjunto de América Latina, y sus su futuro de prosperidad, democracia, seguridad, paz, y progreso, desarrollo económico y social.
Esto es mucho más que su publicitada “guerra tarifaria”, que es una manera de chantajear a gobiernos, oligarquías comerciales y financieras, siempre dispuestas a llegar a los acuerdos que garanticen inversiones y negocios con el Imperio, a fin de satisfacer sus ambiciones de poder y sobre todo de ganancia, sin enojar a quien se cree amo del universo o se cree el sheriff del mundo.
Esto es mucho más que la guerra económica de Trump y su retórica delirante de dominio global, de sus ambiciones y objetivos geopolíticos imperiales.
El objetivo confeso político y militar de sus amenazas de asalto a países soberanos del continente, como Venezuela, México, Colombia, Brasil, Honduras, Nicaragua, y sus gobernantes legítimos, no es sino una continuación histórica de la conspiración evidente y cotidiana con sus estamentos de poder político, económicos, castrenses, policiales, y hasta religiosos y académicos, sobre todo comunicacionales, fácilmente permeables al impacto de los dólares, los intereses financieros sangre perpetrado por sus ex empleados y verdugos, cómplices, dictadores y corruptos de ayer.
Chile no está ajeno a la lista de sus objetivos.
Los propios gobernantes norteamericanos lo expresaron, con inusitado desprecio y desenfado, en su momento, en los tiempos de la Doctrina Monroe, al establecer con una mezcla de hipocresía, malignidad y desprecio, que no había generales en el Continente que no se rindan, se subordinen a la voz del amo y se pongan al servicio , se posternen ante un cañonazo de un millón de dólares.
Se trata de un prólogo- claramente conocido, vivido, experimentado dolorosamente por los chilenos tras la experiencia brutal de la conspiración y Golpe de Estados de 1973 en Chile a traves de la retórica siniestra de la dictadura política, empresarial y militar, que hoy pretende reeditarse a través de la retórica de Kast, Matthei y Kaiser.
Las operaciones de desestabilización no son solo político-electoral, empresarial y abarca los campos de la economía, la delincuencia transnacional, el sabotaje, e incluso el terrorismo y la violencia criminal, y las dimensiones territorial, oceánica, antártica, polinésica, en ámbitos como la energía, los territorios.
Pronto aparecerá la polémica, discusión, y confrontación avivada por la derecha y los empresarios nacionales e internacionales sobre el derecho del Estado a ser protagonista en el manejo, derechos a la explotación, y comercialización de materiales como el Cobre, el Litio, el petróleo, los minerales raros, los bosques, hasta el viento y otros recursos naturales del país y del continente antártico.
La amplitud estratégicas de sus operaciones propagandísticas, comunicacionales a través de su red de medios informativos, el ámbito de sus manipulaciones políticas y ambientación de sus operaciones globales de sus objetivos criminales – políticos, económicos globales, militares y por cierto geopolíticas, extendiendo sus objetivos a escala de lo que los intereses imperiales consideran su “patio trasero”.
El fracaso de la operación imperial del Complejo Militar Industrial de Estados Unidos y el neofacismo de imponer un nuevo orden global, “hasta el último ucraniano”, ha llevado a la Casa Blanca, el Pentágono y la CIA, a desarrollar una nueva operación, de “guerra sicológica y de intervención “, que se enmarque en la “Doctrina de la Seguridad Nacional “ (de Estados Unidos, por supuesto), con la que se ha intoxicado a generaciones de oficiales de las Fuerzas Armadas de la región, consideradas como “fuerzas de ocupación” de sus respectivos países, además de corromper generosamente con millones de dólares, cursos de adoctrinamiento en sus Academias castrenses o de “Inteliigencia“, prebendas para mantenerlas subordinadas, bajo el mando del Comando Sur y sus operaciones , complots, crímenes y bajo la presión de sus “ejercicios” anuales de adiestramiento y puesta a punto para el cumplimiento de las estrategias colonizadoras de la Casa Blanca, en el marco de sus objetivos globales de dominio imperial.

Tras el desastre diplomático, económico, militar y político de la “iniciativa pacífica” de Trump en el teatro de operaciones de Ucrania, y en realidad del escenario de la Unión Europea – forzada a un conflicto imposible, por la vía de poner al mundo al borde de una Tercera Guerra Mundial- nuclear- o lo que es lo mismo, “de exterminio garantizado”, y destrucción de la Humanidad,, que en los hechos se está demostrando como inútil, propio de una mentalidad desquiciada incapaz de atender a los datos de la realidad política y militar.
Por el momento pareciera ser que los estrategas, forzados por Trump, ha encontrar otro “Juego de guerra” para mantenerlo entretenido, pareciera que , han encontrado otro “enemigo”, u objetivo de sus delirios.
Solo que se trata del Presidente de los Estados Unidos, o sea quien tiene las claves de la guerra nuclear, y que de acuerdo a diagnósticos mantenidos a absoluta confidencialidad por la Casa Blanca, no tiene capacidad de distinguir los límites de la realidad, de sus delirios, ni tiene clara percepción de las consecuencias de sus actos o palabras, ni tiene control de sus impulsos y cree que todo esto se trata de un juego electrónico inofensivo, que alimenta su egocentrismo, sin mayores consecuencias en el mundo real.
Pero aquí se trata de países, de millones de compatriotas americanos – incluyendo los norteamericanos – de Derechos Humanos, de vidas o muertes, efectivamente de de la vida o la muerte de nuestros hijos.
De esta forma buscan encontrar otras víctimas, otros objetivos para alimentar los desvaríos criminales del ocupante de la Casa Blanca, o su falta de rigor analítico de la realidad, o su carencia de escrúpulos morales o simplemente el desprecio por los Derechos Humanos, por la democracia, la vida de pueblos y la soberanía de los países, que no vacila en poner en la mira de sus tropas, sus bombas nucleares, sus bombarderos, o la invasión de países soberanos enteros, el exterminio de sus habitantes, la libertad, el futuro incluso de sus propios compatriotas, Y estamos hablando también de sus soldados.
En este escenario delirante, el asalto a Venezuela parece inminente.
Y lo están anunciando los portavoces del gobierno de Trump y sus generales pero no solo de trata de bravatas, de atemorizar a las poblaciones, a los gobiernos locales, o a las Fuerzas Militares que deberían tener el deber de enfrentar la invasión, sino de la operación “ablandamiento” de la opinión pública, regional y mundial, de un campaña de odio, o de la clásica mostrada de bandera de bandoleros, corsarios o piratas frente a los puertos de los países de la región.
Ahí están acechando en el Caribe, mostrando sus armas, con el dedo en el gatillo nuclear, esperando la orden de invadir, bombardear, asesinar a los patriotas venezolanos, mujeres, niños, el Buque de Asalto Anfibio “USS Iwo jima“ , los buques de transporte anfibio “USS San Antronio” y ”USS Fort Laudedale”, los destructores “USS Gravety”, “USS Jason Dunjam” y “USS Sampson”, aviones de patrulla y reconocimiento P-8 Poseidon, y el submarino nuclear de ataque “ USS Newport Nwes”, y una fuerza de despliegue y acción rápida de más de 4 mil efectivos conforman la fuerza de intervención, además de una fuerza de élite de marines -, la “Unidad Expedicionaria de Marines” y un despliegue de aviones, helicópteros y blindados para garantizar la acción bélica.
El marco de la desinformación comunicacional- o francamente guerra sicológica- está destinada a justificar la invasión, y el genocidio- como en Gaza- no es menor y utiliza la complicidad de los aparatos de comunicación, dóciles políticos, analistas o comunicadores en cada país.
No existe ningún antecedente judicial estadounidense, o de las entidades internacionales, de Naciones Unidas o la Interpol, que avale las infames acusaciones de Trump, que Venezuela o el presidente del país, Nicolás Maduro tenga relación con el narcotráfico internacional, que alimenta a las mafias estadounidenses, o que la droga que embrutece a lo compatriotas de Trump y corroe a su país sea trasladada por vías o voluntad de Venezuela.
Hay voces respetables en Estados Unidos que advierten sobre las mentiras de la propaganda de la Casa Blanca en torno al tema de las drogas , y que descartan terminantemente la satanización de Maduro y un eventual involucramiento del Estado venezolano en el tráfico de droga a Estados Unidos, que resulta ser el mayor consumidor- o cliente- mundial de sustancias ilícitas o de drogadicción.
La ambientación político-publicitaria de esta acción bélica criminal de Estados Unidos y su presidente Donald Trump, una operación de satanización de un modelo político, de soberanía nacional de un país como Venezuela, cuyo modelo de soberanía, independencia y dignidad patriótica molesta al objetivo imperial colonialista de Trump.
El despliegue de una flota de agresión aéreo naval de E$tados Unidos en el Caribe, que puede transformarse no solo de una invasión del continente, y el asesinato de miles de compatriotas, al servicio de una estrategia imperial de dominación global, y la destrucción de la democracia y la soberanía nacional de los países del continente, es sin duda una gravísima amenaza.
Llegará el momento en que el señor Trump, no pueda escudarse en las trampas de los tribunales de Estados Unidos, pero la historia y la memoria le cobrarán la cuenta.
Los chilenos, debemos estar alertas.
Cabe esperar que las más altas autoridades del país, el presidente Gabriel Boric, con el poder de su autoridad y su representatividad, la Cancillería, el Poder Legislativo, Universidades, el mundo político (los Partidos, tendencias y personalidades), las Academias , los centros de pensamiento y reflexión, las organizaciones de la sociedad civil, los trabajadores, los jóvenes, los artistas, la intelectualidad, los artistas, incluso la Iglesia – el Cardenal Chomalí, tan propenso a condenar la violencia en Chile- tienen el derecho, el deber, la responsabilidad de defender el honor, la soberanía, el derecho de los pueblos, de defenderse de esta agresión en marcha, y por la defensa de la libertad de soñar con un futuro libre de amenazas y a vivir un porvenir sin miedo ni terrorismo imperial.
Debemos desarrollar un fuerte movimiento y voluntad de defensa de nuestra soberanía nacional, regional y nuestro futuro independiente y democrático, como país.
Esto es que está en juego, en definitiva.
Hoy por hoy, el Pentágono, la Casa Blanca, el Complejo Militar Industrial estadounidense, y sus asociados regionales y nacionales apuestan a favor de sus políticas imperiales, a escala global, y el el fascismo internacional- que tiene representantes en la carrera presidencial en Chile, apuntan contra nuestras libertades y derechos fundamentales a la democracia, la soberanía nacional, los Derechos Humanos, nuestro futuro social, económico, y nuestro y porvenir
Esta es la gran disyuntiva. Y haría falta que todos los patriotas, el progresismo, se pronunciaría al respecto.
Nos debemos hacer cargo de nuestras responsabilidades. Y actuar en consecuencia.
Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Diretor de Crónica Digital
Santiago de Chile, 1 de septiembre 2025
Crónica Digital