Talento, valentía y consecuencia en imágenes – Al servicio de la verdad

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Talento, valentía y consecuencia en imágenes – Al servicio de la verdad

Por Oriana Zorrilla

Raúl Cuevas ha partido en su viaje al infinito, valiente y desafiante. El Flaco, el Loco, o el Ultra se ha ido como un referente irremplazable de la cámara en Chile, su trayectoria, sus aportes al cine, la televisión y una vida consecuente, de principio a fin, al luchar por sus ideas de construir un mundo mejor marcaron a un par de generaciones.

Un enamorado de las imágenes y la narrativa visual, Cuevas se formó en una época en que el acceso a la tecnología era limitado y la mayoría de los conocimientos se transmitían de manera práctica, en un set o en la sala de edición. Su curiosidad y dedicación lo llevaron a explorar tanto los aspectos técnicos como artísticos del oficio, y pronto se ganó un lugar entre los más destacados de su profesión.

Su gran estatura, su pelo desordenado, sus dientes grandes y blancos eran más evidentes cuando gritaba, sonreía o daba instrucciones a sus equipos de trabajo. La historia con la cámara comenzó en su juventud, cuando el cine chileno aún luchaba por consolidarse y la naciente televisión chilena buscaba su propia identidad. El Flaco dio sus primeros pasos en el canal 4 de la Universidad Católica de Valparaíso.

Carlos Solís, ingeniero a cargo de montar los nuevos equipos -con poco dinero y grandes sueños- viajó a Europa para adquirir una ya histórica moviola y seis cámaras de cine. Raúl Cuevas ya estaba disponible en el departamento de prensa para dominar esos elementos. Todo ocurría a fines de los años 60 antes de que el Golpe de Estado de 1973 hiciera sus estragos en Chile.

Las complejidades surgidas debido a las acciones norteamericanas, en complicidad con la derecha chilena, en contra del gobierno encabezado por el Dr. Salvador Allende y las medidas populares adoptadas, sirvieron para estimular la creatividad y el compromiso en el ámbito periodístico. No obstante, el clima enrarecido por huelgas, mercado negro, y atentados derivó en ese fatídico 11 de septiembre.

En ese contexto, infantes de marina y carabineros se dedicaron a detener y atemorizar a la población en Viña del Mar y Valparaíso, entre ellos a los trabajadores de canal 4 UCV, algunos fueron detenidos, golpeados y salvajemente torturados. Otros fueron acosados, perseguidos y obligados a salir del país. Raúl fue uno de ellos. Viajó a Argentina donde fue contratado por la Agencia Visnews. Luego se trasladó a Ecuador donde vivió un corto exilio con su familia, siempre con el corazón y los ojos puestos Chile.

Regresó al país para continuar con su trabajo en Visnews y luego en la Agencia Reuters y diversos medios internacionales. Más de 300 horas de grabación de video se transformaron en documentos históricos que hoy forman parte de su importante contribución a la memoria de nuestro país.

El “Flaco” Cuevas fue corajudo. Su audacia le permitió registrar un país en imágenes en el cual no había libertad de prensa. Nada fue gratis para él, varios encarcelamientos con las correspondientes torturas. Un día, los miembros de aparatos de seguridad de la dictadura lo abandonaron a su suerte en las puertas del antiguo Hospital Deformes, ubicado en los terrenos del actual Congreso Nacional, en la Quinta Región. Sin embargo, cada vez retornaba con la misma valentía su trabajo que lo caracterizó durante toda su vida.

En el ámbito televisivo, Raúl Cuevas fue parte de numerosas producciones, desde noticieros hasta series y programas culturales. Su experiencia en el tratamiento de la imagen en vivo y la rapidez para tomar decisiones bajo presión lo convirtieron en un referente para camarógrafos jóvenes que buscaron seguir sus pasos.

Paz Delmar, periodista de la revista Hoy, al recordarlo señala: “Un día en los años 80, en pleno Centro de Santiago -encaramado en un árbol grabando- me explicó por dónde tenía que salir o arrancar. También era generoso con las noticias y fuente importante para confirmarla”.

A muchos nos consta. En medio de una manifestación brutalmente reprimida, grabó a mi hija adolescente que era fácilmente identificable y en un corto tiempo recibí una veintena de llamados telefónicos desde el extranjero, de amigos preocupados por su situación.

Tebni Pino, ex dirigente nacional del Colegio de Periodistas y ex funcionario del Instituto de Normalización Previsional (lNP), reflexionó:

“No resistí la necesidad de hablarles a quienes esta lluviosa mañana de septiembre nos acercamos a su viuda y a su hijo, les comenté cuando lo conocí, acompañando al inolvidable Luis Arnéz -otro gráfico de fuste- en su incansable lucha por darle justicia a los periodistas exonerados, también cuando nos contaba de su trabajo en dictadura, registrando imágenes que salían del país, en este momento de pena, pero también de esperanza por un Chile mejor”.

El “Flaco” Cuevas fue y será conocido por su capacidad de encontrar belleza en los detalles cotidianos y por su sensibilidad para transmitir emociones a través de la imagen. Su estilo se caracterizó por la búsqueda de la naturalidad, el respeto por la luz ambiente y el manejo sutil del movimiento de cámara. Esto le permitió crear atmósferas únicas que reforzaban el contenido narrativo de las películas de ficción, documentales o programas televisivos en los que participó

Cómo no recordar “Imágenes de una Dictadura”, documental dirigido por el realizador chileno Patricio Henríquez, radicado en Montreal, Canadá, que compila una gran cantidad de material audiovisual en el que se recogen testimonios gráficos de lo que fue la lucha en contra de la dictadura de Augusto Pinochet. Abarca imágenes que van desde el golpe militar de 1973, hasta que Pinochet deja la comandancia en jefe del ejército en marzo de 1998 para asumir como senador vitalicio. «Este documental fue posible por el trabajo, el talento y el coraje del camarógrafo Raúl Cuevas”, señaló el director del filme.

Cómo no mencionar también la producción del mismo director “El lado oscuro de la Dama Blanca” sobre el buque escuela de la Armada de Chile, como lugar de prisión y que se refiere, además, a la desaparición en Valparaíso del sacerdote Miguel Woodward,

Sus colegas no dudan en señalar: “En el mundo del documental, su trabajo es especialmente relevante porque tiene la habilidad de integrarse al entorno y pasar inadvertido para los protagonistas, logrando capturar momentos auténticos y espontáneos”.

Raúl Cuevas es mucho más que un camarógrafo, más que un periodista, es un artista de la imagen y un formador. Su aporte trasciende y contribuye al fortalecimiento de la identidad, y se convierte en la inspiración para quienes ven en el oficio de la cámara una forma de crear y transformar la realidad. Traerlo a la memoria colectiva se hace necesario, más aún cuando en el país se advierte una fragilidad para recordar.

Hoy más que nunca es indispensable rendirle tributo a su vida. Es un acto de justicia para quien entregó lo mejor de sí, destacar que su trabajo perdurará como una forma de creación auténtica, inconfundible, comprometida y desbordada de pasión, tenacidad y excelencia.

Santiago de Chile, 24 de septiembre 2025
Crónica Digital

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