Pablo de Rokha o la voz inmensa y furibunda del gigante chileno de la poesía – Al servicio de la verdad

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Pablo de Rokha o la voz inmensa y furibunda del gigante chileno de la poesía – Al servicio de la verdad

Ya han transcurrido 57 años desde que Pablo de Rokha decidió partir de este mundo. Pese al tiempo, su voz inmensa aún continúa viva. Su obra ha sido revisitada, sobre todo por las nuevas generaciones. Una compañera que nació en los umbrales de los 90, ha contado que “con cada lectura suya, con cada verso y cada gesto de rebeldía, siento que su voz está más presente, más necesaria y más viva que nunca”.

Por haber producido y distribuido su obra al margen de los circuitos institucionales formales, quizás con las excepciones del diario “Clarín” y la revista “Punto Final”, su obra aún hoy es un descubrimiento.

Es el caso de “Oda a Cuba”, un trabajo escrito en medio de las pasiones y entusiasmos de los primeros años de la Revolución que encabezaron los barbudos de la Sierra Maestra, instalando un enclave proclamado socialista a solamente 90 millas de Estados Unidos. Hoy es un trabajo casi imposible de conseguir y buscado con amor por sus seguidores.

También debe considerarse el ejemplo “Morfología del Espanto”, recientemente recuperada por Quimantú en una nueva edición y que es una de las obras más importantes y representativas de Pablo de Rokha. Publicada originalmente en 1942, en medio del horror del fascismo y la Segunda Guerra Mundial, es un poderoso canto que refleja la angustia, la crítica y la visión profética que caracterizan gran parte de su poesía.

Las obras “Morfología del Espanto” y “Oda a Cuba” son dos caras de la misma expresión rotunda y sin concesiones de un poeta que concibió su vida y su arte como un compromiso épico y trágico con la humanidad sufriente y rebelde.

LA PALABRA INTENSA

La “Oda a Cuba” constituye un poema épico–social que fue escrito por Pablo de Rokha (Carlos Ignacio Díaz Loyola) y fue publicado en 1963. Esta obra es un apasionado homenaje a la Revolución Cubana, reflejando el compromiso político e ideológico del poeta. De hecho, el foco de la obra está totalmente puesto en la épica de la lucha popular y antiimperialista. Es, ante todo, un acto de solidaridad y adhesión política a la causa cubana.

La obra es una pieza de gran fuerza expresiva, típica del estilo torrencial y visionario de Pablo De Rokha. En ese sentido, alaba a Cuba como una “pequeña isla inmensa a la cabeza de Indoamérica”, un “hacha del mundo y pájaro–sol”, celebrando su carácter de revolución popular victoriosa contra el imperialismo.

En este contexto, destaca iniciativas como la Reforma Agraria y la redención del “guajiro” (campesino) azotado, que se levanta para parir la tierra de José Martí con “pan, libertad y paz”.

La obra también es un “disparo” en contra de “los vampiros enfurecidos de Yanquilandia” y el “imperialismo burgués”, a los que el poeta cuestiona por acosar a la Isla, alineando el poema con la postura ideológica de confrontación con los Estados Unidos que caracterizó a Pablo De Rokha.

Los vampiros enfurecidos de Yanquilandia, desde el nido de arañas de Guantánamo,

ahítos del licor seminal de los chacales, hundidos en el pantano de escupos de la explotación y la humillación de los pueblos, orlados de dopados, renegados, degenerados y traidores,

se romperán el hocico contra las masas talladas de tus héroes, que son estatuas de batallas.

La obra tiene un fuerte estilo épico y social. Se inscribe en la serie de las epopeyas populares realistas de Pablo De Rokha, donde la historia y la política se abordan con lenguaje magistral, crudo y grandilocuente, utilizando una adjetivación y adverbalización magnificadora para transformar la realidad social en mito.

La obra nació en un periodo de una intensa producción de Pablo De Rokha, marcada por su adhesión al “realismo socialista” y su rol de poeta–vocero de las grandes gestas populares y revolucionarias.

La “Oda a Cuba” utiliza su lenguaje torrencial y violento, pleno de metáforas poderosas y una sintaxis desbordante que busca transmitir la energía y la catarsis de una revolución. Es una muestra de su poesía social y política más explícita. El lirismo se pone al servicio del drama social y la gesta política. El poeta usa la imprecación y el tono sentencioso para alabar a los suyos y condenar a los enemigos de la revolución. Su voz es inconfundiblemente robusta, agresiva y torrencial.

La publicación en 1963 la sitúa pocos años después del triunfo de la Revolución (1959) y en el contexto de la proclamación del carácter socialista de la Revolución Cubana y la “Crisis de los Misiles” (1962), lo que aumenta la resonancia política y el carácter de desafío de la Oda.

Sin duda, la “Oda a Cuba” es un poema clave para entender el compromiso político de Pablo de Rokha en su madurez, sirviendo como un poderoso manifiesto lírico en respaldo de la Revolución Cubana, escrito con la intensidad verbal y el tono épico propios del poeta.

En esencia, la “Oda a Cuba” es un monumento poético a la Revolución, donde Pablo de Rokha utiliza su voz inmensa y airada para fundir el destino de Cuba con el futuro de toda América Latina.

MORFOLOGIA DEL ESPANTO

La obra “Morfología del Espanto” (1942) de Pablo de Rokha es considerada uno de los pilares de su producción y un texto fundamental de la poesía chilena y latinoamericana del siglo XX. Su lectura implica considerar su contexto histórico, temática visceral y estilo rupturista.

La obra se sitúa en un momento histórico convulso: la Segunda Guerra Mundial y el auge de los fascismos. Pablo De Rokha, un poeta con un marcado compromiso político y social, no permanece ajeno a esta realidad. El libro no es una simple descripción del horror, sino una respuesta ética y estética ante la barbarie.

De Rokha no desespera ante el horror. Su intención es confrontarlo, ordenarlo y dotarlo de significado a través de la poesía, en un intento de anatomizar, clasificar y comprender la estructura profunda del miedo y el sufrimiento humano y social.

El libro pertenece a una etapa en que el autor se sitúa en la beligerancia política y social, ofreciendo una poesía que sirve al pueblo. Se alza como una voz profética, denunciando la injusticia y el sufrimiento, estableciendo un vínculo indisoluble entre el dolor individual y el tormento colectivo.

El espanto en la obra es doble: es el horror de una época devastada por la confrontación bélica y el capitalismo (lo colectivo), y es también la profunda angustia, soledad y pesimismo que carcome al individuo (lo individual).

Sin embargo, a pesar del panorama desolador, la obra encuentra una salida en el canto al heroísmo de las masas. El poeta se posiciona con un sentido neorromántico como el “vate” que, a la vez, es un servidor del pueblo. Su poesía, a menudo con un tono de imprecación y testamento, busca dignificar el sufrimiento de los oprimidos.

El estilo de «Morfología del Espanto» es tan rupturista y denso como Pablo de Rokha. Su lenguaje es inconfundible. El lenguaje es de alta densidad y visceral. El verso es de largo aliento, frenético y torrencial, reflejando la vehemencia salvaje de su autor. Transmite una sensación de incertidumbre ante un horror inconmensurable.

No teme el uso de un lenguaje prosaico, e incluso en ocasiones soez o vulgar. Esta elección es deliberada y consecuente con su compromiso de tomar la voz desde el fuerte sustrato popular de las zonas rurales, oponiéndose a la “elite intelectual”.

Se le han señalado como un texto antipoético avant la lettre (antes de su definición formal), por su tono directo, su quiebre con las convenciones estéticas tradicionales y su inclusión de elementos de la vida cotidiana en un registro elevado y épico.

Es el grito de un poeta que se asume como el “viudo terrible” de la Humanidad, utilizando un torrente verbal incontrolable para dar forma al dolor del mundo y la soledad del hombre auténtico en una sociedad hipócrita.

Representa la culminación de su compromiso político y social en una etapa de una enorme beligerancia, donde no desespera ante el horror, sino que busca dotarlo de significado a través de la potencia de su palabra, haciendo del espanto una forma poética. La obra es un testimonio del dolor individual y colectivo, proyectado en una épica de la miseria, pero también de la rebelión.

VOZ INMENSA DE UN GIGANTE

Pablo de Rokha es una figura monumental y polémica de la poesía chilena y de América Latina. Su obra es vasta y torrencial. Un testimonio de vida rebelde, de compromiso social y profundo enraizamiento en la identidad popular. Recibió el Premio Nacional de Literatura de Chile en 1965.

De Rokha fue un poeta vanguardista que irrumpió con estilo propio y rupturista. Su poesía se caracteriza por una fuerza expresiva casi inconmensurable; y un lenguaje violento, épico y grandilocuente, lleno de adjetivación y adverbalización magnificadora. En sus versos, la dialéctica, el ímpetu de la naturaleza y el “subsuelo social” se convierten en materia poética.

Fue un pionero. Su primer gran libro, “Los gemidos” es un texto inscrito en la vanguardia, lleno de “ciudades, polillas, lamentos y ruidos enormes”, que también es reconocido como un texto antipoético temprano.

Pese a su afán universal, su obra está profundamente arraigada en lo popular, incorporando elementos como la figura del “roto chileno”, los pobres urbanos y el campesinado. Él mismo se define como alguien que extrae su “idioma universal (…) del subsuelo social y el reflejo vital de mi patria”.

La trayectoria de Pablo De Rokha está marcada por el dolor personal y un fuerte compromiso político y social. Una gran parte de su trabajo se orienta a la defensa del socialismo y del antifascismo. Libros como “Cinco Cantos Rojos” e “Imprecación a la Bestia Fascista” se ligan al realismo socialista. En su obra posterior, como la comentada “Oda a Cuba”, el poeta ejerce su voz como “guerrero del estilo” en epopeyas populares realistas, mezclando la poesía con la política de emancipación.

La pérdida de su esposa, la poetisa Winétt de Rokha, a quien dedicó la elegía “Fuego negro” en 1953, y el posterior suicidio de su hijo, marcaron sus años con angustia y desesperación manifiestas en poemas como el “Canto del Macho Anciano”.

Pablo de Rokha legó una obra de una monumentalidad inconmensurable y una influencia fundamental en la escritura latinoamericana posterior. Su figura de poeta rebelde, editor (fundó la revista y editorial “Multitud”), y crítico ácido (como en “Neruda y Yo”), lo consolida como un gigante cuya poesía sigue iluminando las vidas con su intensidad.

Su estilo visceral y prosaico era una declaración de principios: una negación de la poesía “de salón” o abstracta. De Rokha no buscó la transigencia, lo que lo condenó al ostracismo, una marginalidad que él ocupó como una herida para ser el poeta acusatorio que da lenguaje a las tinieblas.

Fue el 10 de septiembre de 1968, a los 73 años de edad, cuando Pablo de Rokha se suicidó de un balazo en la boca, siguiendo el destino de su hijo Carlos y el de su amigo Joaquín Edwards Bello, que se había matado ese mismo año. Casi exactamente cinco años después la “bestia fascista” que tanto fustigó, ahogó por un largo período los sueños que abrazó a lo largo de su vida.

Por Víctor Osorio. El autor es periodista.

Santiago, 3 de octubre de 2025.

Crónica Digital.

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