Por Marcel Garcés Muñoz
La partida simbólica de la campaña presidencial 1025-2026, en Chile, con la inscripción de las candidaturas de los aspirantes a conducir el país desde La Moneda durante el periodo de cuatro años, a partir de marzo de 2026, concentra hoy por hoy, la atención del mundo político, partidos, líderes, analistas, aspirantes, algunos soñadores iluminados o serviles financiados por intereses no siempre bien definidos.
Pero el momento es definitorio para determinar lo que está en juego en este ejercicio electoral.
Y lo que queda claro en el escenario nacional, es la confrontación entre la institucionalidad democrática, progresista y el intento de instalar en el país de un modelo neofacista, autocrático, totalitario, subordinado a la política del imperio en lo económico y, sobre todo, en sus objetivos de dominio militar global.
No hay que equivocarse en el análisis: el pinochetismo, la Derecha económica, el neofacismo populista, el integrismo conservador y decimonónico, están al acecho y dispuestos al asalto, avalados por la voz del amo imperial y su estrategia de dominio total, materia económica y terrorista a nivel global.
Los yanaconas del imperialismo norteamericano, se alinean, como en Argentina, con Milei, en El Salvador, en Perú, Bolivia, en Brasil con Bolsonaro, contra el desafío de la dignidad de México, Venezuela, Cuba, Brasil, y se suman a la ofensiva geopolítica, militar, comunicacional, de la Casa Blanca y el complejo militar-industrial estadounidense, conducido por la política aventurera y belicista conducida por Trump.
Cuando el candidato presidencial de la Derecha política y empresarial, José Antonio Kast, -con una evidente presencia y presión de la “familia militar” entre sus directivos, ataca al Poder Legislativo de la Nación, declarando que “el Congreso no es tan relevante como imaginan”, no está solo socavando y despreciando una de las instituciones del modelo democrático del país, sino que confesando sus intenciones y propósitos de gobernar -como en El Salvador, Argentina, y Washington y en el Chile dictatorial y genocida de Pinochet- desvergonzadamente por decreto, sin respeto a los mínimos derechos democráticos.
Es decir, estamos notificados de los verdaderos objetivos de los llamados “republicanos”, en su versión 2.0 : Gobernar manu militari el país, sin oposición legislativa, ni política ni social, ni respeto a las normas de la democracia, sin i expresión del pluralismo político, ni respeto a los principios que caracterizan a un sistema democrático.
Pero hay más en el escenario político electoral presente, y en el montaje de un singular diálogo político, con que se busca confundir a los ciudadanos o embolinar la perdiz de los temas fundamentales del desafío político presente.
En el imaginario comunicacional se ha instalado el supuesto de que los candidatos presidenciales están desarrollando una diálogo sobre temas “trascendentes” de la realidad nacional, con actores sociales, básicamente “empresariales”, académicos seleccionados entre “ideólogos”, analistas o francamente “propagandistas” del neoliberalismo, o representantes de los “gremios” empresariales, o de la llamada “intelectualidad de una masa difusa de pinochetistas, “integristas” o tránsfugas.
La “agenda” imperante en esos “diálogos” corresponde a temas como “la amenaza del terrorismo y el violentismo”, la proclamación de la “seguridad interna”, la “Doctrina de la Seguridad Nacional”, de la “Guerra Interna”, o del control “ideológico” y sobre todo represivo del “enemigo” y otros tópicos que instalan, justifican y fundamentan la represión y el genocidio.
Los temas que expresen las reivindicaciones o demandas de los trabajadores, de los pensionados, de la juventud, de los intelectuales, de las mujeres, de los adultos mayores, del campesinado, de los pobladores, de los cesantes, de los enfermos sin la debida atención de salud, de los allegados, de los sin casa, han sido simplemente ignorados en los foros, debates, auspiciados por los gremios empresariales, las academias que promueven, reflejan y promueven los intereses de la Derecha política y social.
El autor es periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 16 de agosto 2025
Crónica Digital