Ha partido de este mundo Luisa Riveros, la pobladora de la Población Violeta Parra de Cerro Navia que rompió por primera vez la censura de la dictadura durante la visita del Papa Juan Pablo II. “Queremos una vida digna para todos, sin dictadura”, señaló. Sus palabras llegaron a todo el país a través de la transmisión de la televisión del encuentro con el Pontífice en el sector sur de Santiago. Su gesto de coraje quedó inscrito en la historia de Chile.
Fue el 30 de abril de 1987 y era la reunión del Papa con el “mundo de los pobres”, realizado en la Población La Bandera, en la comuna de San Ramón. Era la primera vez que se rompía la censura de la dictadura a los contenidos de la televisión chilena.
“Como cristiana y pobladora, vengo a contarle un poco de nuestras penas y pocas alegrías. Somos madres y esposas que buscamos el bien de nuestras familias, pero esto que parece tan sencillo, es bien difícil para nosotras. Por la cesantía y los bajos sueldos. Queremos una vida digna para todos, sin dictadura. Por lo mismo, vamos a visitar a los presos políticos y a los torturados. Pedimos que se haga justicia y que vuelvan los exiliados. Acompañamos a los familiares de los detenidos desaparecidos y pedimos que se nos escuche y se nos respete”, comenzó señalando.
“Santo Padre: hay 14 prisioneros políticos con pena de muerte. Santo Padres: usted como mensajero de la vida, queremos pedirle, todo Chile, que diga: no a la pena de muerte”, reclamó.
Sus denuncias eran ovacionadas por la muchedumbre reunida, que la escuchaba con gran impacto, sintiendo que hablaba por todos. También se escuchaban consignas a viva voz, como: “¡Papa hermano, llévate al tirano!”.
Continuó sus palabras: “Nos ayudamos a tener la moral en alto en nuestras familias, en nuestras comunidades y con nuestros hermanos de clase trabajadora. Nuestra fe es muy necesaria para no desmayar y eso nos ayuda mucho (con) los sacerdotes y las religiosas que viven entre nosotros. Pedimos aquí, en su presencia, que puedan volver nuestros sacerdotes expulsados del país”.
Se refería a curas católicos que realizaban su labor ministerial en los barrios populares y que la dictadura había expulsado de Chile, situación que también había afectado a las parroquias populares de la comuna de Cerro Navia, entonces conocida como “Pudahuel Norte”.
Luisa denunció también frente al Papa que “vivimos en la angustia y la preocupación porque no nos alcanza la plata”. Agregó: “También cada día nos cuesta más mandarlos (a los hijos) a la escuela y la educación para los pobres se ha puesto muy mala, peor aún con la gran cantidad de profesores que han sido despedidos”.
Juan Pablo II escuchó atentamente desde el escenario montado en el lugar. Más tarde, Luisa recordó: “Me dijo que eran muy valerosas las palabras, me apretó las manos y me dijo que para seguir adelante fuerte; yo le dije que el pueblo estaba sufriendo de dolor, angustiado, sangrando de dolor, que ya no dábamos más”.
Hace unos años, participó en una campaña de la Iglesia con motivo de la visita del Papa Francisco. Es probable que fuera su última incursión pública.
Luisa Riveros siguió viviendo en forma modesta en su casa en Cerro Navia hasta el final de sus días. Allí será velada y recibirá el homenaje agradecido de su comunidad.
Santiago, 30 de agosto de 2025.
Crónica Digital.