¿La derecha se cambia de caballo? – Al servicio de la verdad

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¿La derecha se cambia de caballo? – Al servicio de la verdad

Por Álvaro Ramis

La política chilena tiene algo de hípica: los electores, y sobre todo los grandes financistas, parecen estar siempre mirando cuál es el caballo más rápido, más firme en la pista, más confiable de cara a la meta. Y en la derecha, la carrera presidencial de 2025 se ha transformado en un verdadero hipódromo, lleno de cambios, apuestas repentinas y giros inesperados.

Por mucho tiempo, la carta segura fue Evelyn Matthei. Con experiencia, trayectoria y un discurso que parecía satisfacer tanto a la derecha tradicional como a los sectores más duros, se mantuvo liderando las encuestas hasta mediados de 2024. Era, sin discusión, la favorita. Pero de pronto apareció Johannes Kaiser, con un estilo ultra provocador y un lenguaje que encendió a parte del electorado más desencantado. Su irrupción fue meteórica, lo llevó a ocupar un lugar claro en las encuestas y obligó a los demás a recalibrar.

El impulso de Kaiser, sin embargo, fue efímero. A inicios de 2025, quien capitalizó el momento fue José Antonio Kast, que parecía consolidar la radicalización del Partido Republicano como el nuevo eje gravitante de la derecha. Con un despliegue territorial sólido y un discurso sin matices, Kast se instaló como el candidato del sector.

Pero la política no es un guion escrito de antemano, y en los últimos meses dos síntomas han abierto dudas en ese panorama. El primero: la caída sostenida de Kast en las encuestas. El segundo: el volumen sustancioso de donaciones que Evelyn Matthei comenzó a recibir desde los grandes grupos empresariales. No es casualidad. En política, el dinero suele anticipar las jugadas estratégicas antes de que estas se vean a plena luz.

Lo que esto revela es que los llamados “poderes fácticos” de la derecha podrían estar encendiendo una luz amarilla sobre la viabilidad de Kast. Temen, por un lado, la ingobernabilidad que podría traer un liderazgo demasiado polarizante. Y por otro, el alineamiento casi compulsivo de Kast con figuras como Donald Trump o Javier Milei, que ya muestran fragilidad en el mediano y largo plazo. Una derecha que aspira a gobernar Chile no puede darse el lujo de apostar todas sus fichas a un caballo que puede terminar desbocado.

Por eso Matthei vuelve a la pista con más fuerza. Los recursos económicos que está recibiendo son una señal inequívoca: hay sectores que apuestan a revivir su candidatura como la opción más confiable, capaz de conciliar mayor gobernabilidad interna con proyección internacional. Sin embargo, ese proceso aún no cuaja del todo. Kast sigue contando con un fuerte arraigo territorial y con un electorado radical y movilizado, lo que hace difícil desplazarlo de un día para otro.

La gran incógnita es qué efecto tendrá esta disputa en la conformación de las candidaturas de la derecha. Lo que parece seguro es que la primera vuelta de 2025 será, de hecho, la verdadera primaria de ese sector. Ningún pacto previo podrá evitarlo: Kast, Matthei y los demás aspirantes competirán despiadadamente entre sí, porque no solo está en juego quién llegue a La Moneda, sino también el peso de sus partidos en el Congreso.

La derecha chilena, una vez más, enfrenta su dilema recurrente: optar por la radicalidad que moviliza pero asusta, o por la moderación que tranquiliza pero no siempre enciende pasiones. Y mientras tanto, sus electores —y sobre todo sus financistas— se preguntan lo mismo que muchos hoy: ¿se cambia de caballo a mitad de carrera?

Álvaro Ramis es rector de la Universidad de Humanismo Cristiano

 

 

Santiago de Chile, 25 de septiembre 2025
Crónica Digital

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